14 de marzo de 2010

Estructura de impuestos e independencia del BC

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Continuando con algunos temas forcluídos hasta el dia de hoy, se puede analizar la ciclicidad inherente a la centralización tributaria simultánea a la política cambiaria del BCRA, la que atando la economía al dólar imponía un desendeudamiento de largo plazo a nivel federal (que a su vez, era causa de buena parte de la inflación).
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Si a la centralización tributaria simultánea a la política cambiaria por el BCRA, se le agrega el comportamiento amplificador (o multiplicador) del sistema financiero doméstico, se logrará una imagen tal vez necesaria para la economía que hoy agoniza.
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En primer lugar, es fácil de comprender que la centralización tributaria amplificaba de modo local (provincial) per se, la naturaleza de desendeudamiento de largo plazo impuesta a nivel federal por el BCRA; esto es algo que puede observarse en el comportamiento relativo de los mercados de bonos provinciales, en términos comparados (i.e: de liquidez).
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Pero puesto que el sistema financiero opera en forma de amplificación (o multiplicador) de las tendencias independientes de precios relativos subyacentes en la economía (en este caso, el aumento involuntario-overshooting relativo en el desendeudamiento de largo plazo a nivel provincial), se puede comprender que el proceso de colocación del ahorro nacional (trabajo) por parte del sistema financiero se haya realizado, bajo ciertas condiciones (ver el último parrafo de Apunte sobre Inflación), en el sentido de una sobreexpansión del consumo.
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De modo que la centralización tributaria implicaba de manera ex-ante, una caída en la tasa relativa de Inversión privada (distinta de inmuebles y/o inversión publica) y una sobreexpansión del consumo.
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Todo esto permite observar algo que a esta altura no debe ser muy sorprendente: la centralización tributaria coopera permanentemente para, bajo cualquier arreglo cambiario, crear burbujas (que a la postre, con o sin ulterior participación del gasto público o egresos, terminan minando el arreglo cambiario mismo).
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Es decir, la distribución sesgada de los ingresos fiscales, tiene permanentemente todo el potencial para crear de modo dinámico burbujas de cualquier clase (por ej. según el arreglo cambiario), independientemente del comportamiento cuantitativo de los egresos fiscales.


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Tomando el ejemplo conceptual de multiplicador del presupuesto equilibrado, se comprenderá que el avance hacia una distribución menos concentrada de los ingresos fiscales (sin desequilibrar el presupuesto consolidado nación-provincias), hubiera permitido aumentar la tasa de inversión y acotar la de consumo (ej. autónomo), con consecuencias obvias sobre los precios, y hubiera permitido mantener los egresos fiscales en un crecimiento más moderado que el registrado sin presionar por ello a la baja al crecimiento.
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De aquí que en relación a la inflación, la irracionalidad del sistema de ingresos fué mucho más primigenia (junto con el desendeudamiento ya referido) que el crecimiento de los egresos. Y lo mismo puede decirse en el siguiente sentido: en el fondo, el desequilibrio fiscal (consolidado) creció desde el lado de la centralización tributaria; sistema que tiene tanta o más irresponsabilidad fiscal que el (elemental) lado de los egresos.
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El BCRA pierde absolutamente la independencia cuando opera para un sistema tributario que no puede hacer otra cosa que generar (al menos para sistemas crediticios de libre concurrencia) comportamientos a la larga insolventes por parte del sistema financiero (burbujas económicas-sociales-políticas). Es decir, su carta orgánica difícilmente pueda enunciar coherentemente la preservación del valor de la moneda como misión fundamental, cuando la centralización tributaria como amplia y continua irresponsabilidad fiscal es siempre implícitamente admitida por dicha carta organica. Ni una reforma a la carta orgánica podría hacerlo coherentemente, en tal caso mismo.



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